Partes del violín: el puente

El puente es una pieza de madera (generalmente de arce). Esta madera puede presentar un aspecto moteado o uniforme, lo cual no afecta a la calidad del puente siempre que el grano de la madera forme líneas rectas:
Situación:
Se sitúa perpendicularmente a la tapa del violín, en la línea imaginaria que une las muescas interiores de las efes, y se sostiene únicamente por la presión que ejercen las cuerdas sobre él. Su parte posterior (la más cercana al batedor) debe mantenerse siempre vertical respecto al fondo. Por su extremo redondeado pasan las cuatro cuerdas, de grave a agudo SOL - RE - LA - MI.

Diseño:
El diseño ha ido evolucionado buscando la mejor relación entre ligereza, flexibilidad y resistencia mecánica que permita la mejor transmisión de la vibración de las cuerdas al cuerpo del violín.
El luthier fabrica cada puente a medida, escogiendo el modelo más adecuado para cada violín. Para definir su curvatura toma como referencia la curvatura del batedor, siempre teniendo en cuenta  que su punto más alto se situará en el medio y el más bajo en la cuerda Mi. 

Dentro de él están talladas tres aberturas; la central se denomina "corazón", las laterales "orejas". Las superfícies de apoyo son los "pies", que deben situarse entre las muescas interiores de las efes.



Como curiosidad, existen puentes con pies móviles que se ajustan a la curvatura de la tapa.



Intervención en el sonido:

El puente no sólo es importante para mantener las cuerdas a una altura (de 31 a 35 mm aprox.) y separación determinadas, sino también para el sonido del violín.
  • Un puente demasiado pesado puede amortiguar y llegar a sofocar el sonido del violín
  • Un puente demasiado ligero dará lugar a un sonido débil y poco definido.
  • Un puente demasiado alto puede producir un sonido hueco, falto de vibración
  • Un puente demasiado recto hará casi imposible ejecutar una sola cuerda sin que suene la de al lado, mientras que uno demasiado curvo nos dificultará enormemente los cambios de cuerda, variolajes y acordes. 
El grado de dureza de la madera es directamente proporcional al volumen y contribuye a un sonido más fuerte y brillante.


Cuidados y mantenimiento
Las cuerdas se asientan sobre unos pequeños surcos marcados en la curvatura del puente. Con el tiempo y el uso la tensión y vibración que ejercen las cuerdas sobre él van haciendo estos surcos cada vez más profundos. Si esto ocurre notaremos un sonido ahogado y dificultad a la hora de afinar el instrumento. Para saber si los surcos están bien proporcionados debemos calcular que su profundidad es de dos tercios del grosor de la cuerda. La cuerda Mi tiene un grosor de 0.25 mm, por lo que es la que ejerce más presión sobre el puente y por tanto la que lo desgasta más. Es por ello que algunos puentes añaden una pieza de hueso o madera más dura insertada en este lado:




Los puentes están sometidos a la gran compresión que ejercen las cuerdas sobre él, tanto vertical como hacia adelante (aproximadamente unos 27 N). Por ello es importante comprobar que su inclinación sea totalmente vertical, ya que tendrá la tendencia de inclinarse hacia el batedor, y si es el caso con mucho cuidado moverlo a su posición vertical.




En este proceso de mover el puente se ha de poner especial atención en que ninguno de los pies esté adelantado respecto al otro, ya que si esto ocurre no escucharemos quintas justas perfectas a la hora de afinar.
Todos los puentes con el tiempo se dañan con la presión (normalmente se deforman y los surcos se marcan demasiado). Por ello es importante que un luthier revise el instrumento cada cierto tiempo y si hace falta lo cambie. Cambiarlo puede oscilar entre 40 y 80€.

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